13 de marzo de 2013

Es lo malo de los libros (2)



7.
Entre todos los compañeros de la oficina, aproximadamente unos 200, habíamos estado celebrando la cena de fin de año… en el ambiente del gran salón de fiestas ya se podía oler la navidad, los días de descanso, el aguinaldo y la amenaza de que aquel que no entregara sus proyectos terminados se quedaría sin vacaciones… ya eran las 10 de la noche y el convivio había terminado, así que no faltó el que quería seguir la parranda y propuso a un grupo de amigos cercanos que fuéramos al bar de un familiar suyo, el cual se encontraba relativamente cerca…

Accedimos unas 8 personas…

Llegamos y el bar estaba vacío, lo que hizo que al dueño le brillaran los ojos por las posibles ganancias… nos acomodamos y cada quien pidió su bebida… algunos se ubicaron en diversas mesas para seguir con la charla, más yo me acomodé en barra a disfrutar de mi trago y de un poco de silencio…

- te crees muy chingón, verdad? – dijo alguien detrás de mi…
- por qué? – pregunté al tiempo que volteaba para ver quién trataba de hacerme una broma que en ese momento me pareció un poco pesada…
- te crees muy chingón, verdad? – repitió L: un tipo de casi dos metros de altura y cuyo físico parecía a punto de alcanzar los límites de la gordura…
- por qué? – repetí dándome vuelta de nuevo hacia la barra mientras él se paraba a mi lado derecho…
- te crees muy chingón porque siempre llegas a la oficina en las mañanas con un libro y tu periódico comunista en la mano – señaló…
- me gusta leer – le respondí al tiempo que me acordé de esas películas de vaqueros, en donde el gatillo más rápido del momento tomaba tranquilamente su whisky recargado sobre la barra, y no faltaba el pendenciero que llegaba a provocarlo…
- te crees muy chingón porque siempre cargas con un libro y un periódico – repitió…
- no me creo – le aclaré en tono burlón y deseando tener una colt calibre 45 colgada en la cintura, le aclaré – lo soy…
- como si en verdad los leyeras – dijo acercándose peligrosamente – a mi se me hace que nomás los cargas para presumir…
- no creas – le dije mientras cambiaba mi vaso de mano pensando que quizá terminaría estrellándose en la cara de L – la verdad es que me gusta leer… que tú no sepas hacerlo es tu problema…
- eres un mamón – dijo y acercándose aún más, soltó – te voy a partir la madre…

En ese momento se acercó P, un amigo de hacía muchos años, se interpuso entre los dos y sin más le advirtió a L:
- si quieres golpes primero te los das conmigo…
- este pleito no es tuyo – dijo L desconcertado…
- ya lo sé – aclaró P - pero si te vas a meter con él, primero te vas a medir conmigo, y ya veremos si después te sobran ganas de más golpes…
- mejor así lo dejamos – dijo L, agachó la mirada, se dio media vuelta y se fue a sentar a una solitaria silla…
- gracias – le dije a P, me palmeó la espalda y se alejó…

Unos dos minutos después se acercó V (se supone también amigo mío), se paró a mi lado y sin más me dijo seseando por el exceso de copas:
- lisenchiado, venimossh a fessshtejar… hay que sshaber tomar para dissshfrutar los tragosh con losh amigosh…
- yo no fui – le dije sin voltear a verlo…

V se alejó, P regresó y me dijo:
- qué te tomas? –
- nada – le dije – de hecho ya me voy…
- y eso? – dijo entre sorprendido y decepcionado…
- ya tomé suficiente – dije, saqué un billete de mi cartera para entregárselo, y agregué – si hace falta me avisas mañana…
- vete con cuidado – me dijo…

Salí a la calle y cosa curiosa para esas fechas un taxi vacío apareció rápidamente… me subí y le di la dirección a la que debía llevarme… en el camino reflexioné “o dejo de leer o escondo mis libros o no vuelvo asistir a una comida de fin de año”… solté una carcajada, el taxista se me quedó viendo a través del espejo retrovisor, levanté los hombros y decidí que la última opción era la adecuada…


8.
Las llegadas en la mañana a mi trabajo siempre son intramusculares por culpa de E, el tipo que se supone es mi jefe: siempre que se aparece cínicamente una hora después de la hora de entrada, pasa a mi escritorio a tratar de joderme, y como nunca ha podido, persiste desde hace unos cuatro años en su intento…

- y ahora que lees? – suelta su repetitiva pregunta matutina…
- una novela – le respondo aburrido…
- tú lees pura literatura – vuelve a su despreciable cantaleta – y esa no sirve para nada…
- pero leo – le digo – hay otros que ni el Manual de Carreño conocen por fuera…
- yo sí leo – aclara sin que nadie le haya preguntado…
- y qué se supone que lees, si nunca te he visto con un libro en la mano? – le pregunto…
- mis textos, bajo libros de internet y los imprimo: así no gasto dinero a lo tonto en las librerías – suelta ufano….
- yo no te pregunté de dónde sacabas tus libros, te cuestioné sobre la temática de tus lecturas – lo acoté…
- libros de superación personal…
- de verdad? – le pregunto al tiempo que dramatizo una cara llena de sorpresa…
- claro - dice envalentonado – esos si te enseñan algo… no como las novelas, que nada más son páginas y páginas que aburren y no te llevan a ningún lado…
- y qué más lees? – le insisto en el tema…
- ya te dije – repite tratando de manifestar fastidio por mi necedad – sólo libros de superación personal… ya he leído uno en lo que va del año… y el pasado me leí cuatro…
- tú cuántos libros lees al año? – insiste en provocarme…
- saca tus cuentas – le digo burlón – si leo en promedio un libro por semana, serían 54 libros al año… a veces más a veces menos, porque en una semana puedo leerme dos, o puede que con algún otro me tarde más de una semana en terminarlo…
- pero ya te dije: esos libros no sirven para nada, la literatura no deja nada de aprendizaje… lo que sirven son lecturas sobre los temas de superación personal que yo leo…
- oye E, no entiendo: por qué si tus preferidos son libros de superación personal, después de haber leído “tantos” sigues siendo el gran hijo de puta de siempre? …

Se quedó callado…
 
9.
Uno
- D tiene una duda que te quiere consultar – dice Y, mi hija, que está sentada a lado de su novio…

Volteo a ver a D, me siento frente a ellos y quedo en espera de que pregunte ya que él suele ser bastante callado… o al menos así se comporta cuando estoy presente…

- sí, bueno… o sea… – duda en hablar – es que quisiera que me explicara de dónde son originarios los aztecas…
- pues verás – comienzo – dice la leyenda que todo se originó en unas extrañas y lejanas tierras llamadas Aztlán, ubicadas por allá del norte del país… bueno, un poco más arriba, desde las cuales varias tribus que… – y así me sigo durante unos 15 minutos…
- y… este… de dónde sabe usted todo eso? – dice sin que yo pueda atinar cuál es el trasfondo de su pregunta…
- de leer – y si bien dudo, finalmente le aclaro – tengo un libro por ahí que trae un interesante resumen de todo esto que te dije…
- y me lo prestaría? – se anima…
- buena pregunta – me pongo en plan dramático – porque tengo un grave problema con ese libro: simplemente ya no existe… lo publicaron por allá de 1998 y jamás sacaron un nuevo tiraje… y no me lo vas a creer, pero varias veces han estado a punto de robármelo… a no ser porque me he puesto necio exigiendo me lo regresen, varios se lo hubieran quedado ya… así que he dejado de prestarlo…
- yo se lo cuido – insiste…
- qué haré? – digo mirándolo mientras uso la videncia para saber si me lo devolverá – de acuerdo, te lo presto…
- gracias – dice apenado…
- pero más vale que me lo regreses en una semana, porque si no voy a ir a tu casa a tundirte a patadas para que me lo entregues – le advierto al tiempo que me pongo de pie y busco el texto en uno de mis libreros… se lo doy, lo recibe con una especie de precaución y lo coloca de una manera tan ceremonial dentro de su mochila que me deja claro que esta asustado…

Dos
Un mes después suena el teléfono de mi casa, tomo la llamada de mala gana (estaba leyendo absorto en un libro de ese incomprendido visionario llamado George Turner) y descubro aburrido que quien llama es una de mis hermanas… procede a saludarme de rigor y yo le respondo de la misa manera…

- cómo estás? – me pregunta… y bla bla bla…
- oye, a propósito: sabías que Y y D ya terminaron? – me suelta…
- no sabía… mira qué cabrón…
- por qué dices eso – me interroga - qué D le hizo algo a Y?
- por?
- porque dijiste qué cabrón – ataja ella…
- lo dije porque el móndrigo-pútrido tiene un libro que le presté – me quejo - y que le advertí debía regresarme…
- y pensé que te estabas quejando de él – dice resignada por la falta de algún rumor que ella no supiera…
- oye, luego te llamo, si? – le aviso, cuelgo el teléfono y marco al número del celular de mi hija…
- hola – me dice con ese tonito de quien se siente descubierto mientras hacía algo indebido…
- qué haces? – la interrogo…
- nada – responde con la palabra que caracteriza el existencialismo de todo adolescente…
- ponte hacer algo – me burlo, y de inmediato le suelto – que ya terminaste con D?
- pueeeesssssssí – contesta arrastrando las palabras…
- y eso? – trato de sacarle un poco más de información…
- pueeeesssss nos estamos dando un tiempo – insiste en telegrafiarme las respuestas…
- un tiempo para hacerse pendejos cada quien por su lado? – le pregunto…
- puesssssssssí – dice entre risas…
- bueno, si se hacen o no es su problema, pero el cabrón de D quedó de regresarme mi libro que le presté hace un mes por tu culpa… y nada…
- pero ya no le hablo – pretexta – bueno, ahorita no nos hablamos…
- pues será buena excusa para que le hables de nuevo y le digas que no quiero ir a su casa a buscar mi libro…
- buueeennnnnnoooo – dice entre risas, y nos despedimos…

A los dos días el libro estaba de vuelta en mi envidiado librero…


10.
- la última Encuesta Nacional de Lectura que se aplicó en nuestro cada día más oscurantista país se hizo en el año 2012... y la realizó la eternamente preocupada por la falta de interés en la lectura Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana – le comento a K…
- y por qué ese tono inquisitorio? – me pregunta ella mientras le da un sorbo a su taza de café americano…
- es muy sencillo: en mexiquito la gente no sólo NO lee, sino que tampoco tiene la hombría de exigirle a sus gobernantes en turno que mejores sus niveles de vida en todos los sentidos, tal como lo establece ese cómic surrealista llamado “constitución política de los estados unidos mexicanos”, derechos como podrían ser el tener libre acceso a la cultura, como por ejemplo a libros a precios bajos…
- siempre tan filoso en tus comentarios – me dice K entre risas…
- el asunto es que el informe 2012 de la citada Cámara se llama atinadamente “De la penumbra a la oscuridad” - continúo mi perorata - y comparándola con la encuesta practicada por ellos mismos en el año 2006, sus resultados son humillantemente vergonzosos para todos los mexicanitos…
- resultados cómo cuáles? – me pregunta K con curiosidad…
- si mal no recuerdo – digo tratando de hacer memoria – se concluye que existe una caída de un 10 % en el número total de lectores… que se registró que en el año 2006 de un 56% de mexicanos que leían libros, en el actual estudio la cifra actual es de 46.2 %... que la mitad de la población mayor de 12 años es la que lee libros pero que le asustan los textos de muchas páginas… que el 43 % de los mexicanos lee menos, 34 % lee la misma cantidad de libros, y sólo 22 % ha aumentado en su lectura… y que dos terceras partes de la población leen por placer menos de 30 minutos diarios o su equivalente si leen un día a la semana por una o dos horas…
- en serio? – me pregunta ella sorprendida...
- pues sí… es de lo que me acuerdo – le digo al tiempo que le doy un trago a mi vaso de refresco y veo de reojo a un par de mujeres que desde hace rato en la mesa vecina pone especial atención a lo que comentamos, y si bien a su edad se ven un poco maduras, no por ello dejo de reconocer que aún son bastante atractivas, pero de sobra sé que no es que les interese nuestra conversación sino la belleza de K: su hermosura que corta la respiración, que detiene el tráfico cuando se para en una esquina, que enloquece a los hombres, que levanta pasiones enfermizas en las mujeres y hasta es capaz de llenar de redención a homosexuales masculinos…
- eso es vergonzoso – dice ella con elocuente sinceridad…
- sí – le doy la razón mientras saco de entre las páginas de mi libro en turno un par de hojas que arranqué del suplemento dominical que compré la semana pasada – somos la mayor vergüenza del mundo si nos compararan con otras encuestas, en este caso las realizada por diversos organismos internacionales en el mismo año de 2012 y en las que se señala – le comento mientras leo los textos – que en Suecia el 80 % de los suecos ha leído al menos un libro en su vida, los finlandeses con un 75 % y los británicos con un 74 %...
- tú y tu manía por las cifras – suelta K y se ríe de manera por demás agradable…
- sin embargo – continúo leyendo las hojas - de acuerdo con estos diagnósticos Finlandia encabeza la lista de los que mejor entienden lo que leen, seguido por Canadá, Nueva Zelanda y Australia... pero a su vez otros reportes dicen que Japón tiene el primer lugar en el hábito de la lectura y el 91 % de su población está acostumbrada a leer... pero hay datos más patéticos: 57 % de los norteamericanos acostumbra a leer en comparación de un 26.5 % de los latinos que viven en Estados Unidos… y recuerda que la mayoría de los latinos son de origen mexicano...
- qué horror - se queja...
- pero acá te va lo peor: según Conaculta en otra encuesta cuyos resultados publicó a principios de ese mismo 2012, entre un 70 y 73% de los mexicanos no leen un solo libro al año… lo que equivale a alrededor de 82 millones de ignorantes... unos porque no saben y otros porque no pueden o no quieren agarrar un texto, o sencillamente porque prefieren ver la tv, son fanáticos del futbol o sencillamente son unos soberanos pendejos… como sea: esas cifras son más que una mentada de madre a la inteligencia humana...
- por qué tanta agresión? - me cuestiona K...
- imagínate - defiendo mi indignación - de los 30 millones de mexicanitos del total de la población que nos queda según las cifras, de los que leen les gusta leer novelas son un 11 %, de los que leen historia es del 9 %, de superación personal es del 7 %, de cuento es del 7 %, de cocina es del 6 %, de temas místico-esotéricos es del 6 % y otros temas como biografías con un 4 %, de biología con 3 % o la ridícula poesía con el 2%....
- impresionante - dice K...
- nooooo - exclamo - por ejemplo: si ese 2 % de los mexicanos en verdad leyeran poesía, significaría que tendríamos unos 600 mil ciudadanos dedicados a termas amorosamente-espirtuales, lo que significaría más de medio millón hijos de puta menos dedicados a la policía, la política, a la artisteada, al narco, o a la asesina milicia - le digo y me río escandalosamente... 
- pero... sabes? – me interrumpe K con esa delicadeza que desde que la conozco me hace siempre callar de inmediato - yo creo que son imprecisos esos señalamientos de la Encuesta Nacional de Lectura y de Conaculta sobre nuestra bestialidad – suelta con cierto dramatismo…
- por qué? – la interrogo interesado…
- no es por hacer una defensa de un caso perdido como el de este país al que NO le gusta leer, sino porque tampoco estoy de acuerdo en que hagan de un error una gran mentira… y después de escucharte mencionar esas patéticas conclusiones a las que llegaron, te cuento que yo tengo mi propia teoría basada en algo así como pruebas irrefutables…
- dímela – la animo a proseguir…
- tú y yo tenemos un amplio círculo de amigos que lee... y lo hacen a diario – afirma ella - pero qué crees? a nadie nunca nos han aplicado una encuesta sobre hábitos de lectura…
- tienes razón – acepto – y me incluyo en eso de los olvidados…
- por ello es que descalifico esos resultados, aunque en su conjunto sepamos que los mexicanos somos unos ignorantes, a nosotros jamás nos han incluido en sus estadísticas…
- así es – reconozco de nuevo…
- y no es seguro de que si nos incluyeran en sus estadísticas los resultados serían menos pesimistas – continúa – pero estoy segura de que aportarían otro tipo de información…
- estoy de acuerdo contigo… y sería interesante saber qué otros panoramas habitan objetivamente en estos terrenos de balones, nopales, tequila y drama existencial – admito al tiempo que le pregunto si desea tomar otro café…

Unos tres minutos después interrumpimos nuestra charla para que la mesera nos entregue nuestras bebidas, al tiempo que las dos mujeres de la mesa de a lado se ponen de pie para retirarse, no sin antes dirigirnos contradictorias miradas: hacia mí llenas de desprecio, pero hacia K llenas de deseo...

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